Fueron años terribles,
si había un programa de televisión que tenía como título: Los Años Maravillosos,
aquí en la casa y todo lo que sucedía se debería llamar todo lo contrario: Los
años perdidos. Años echados a la basura. Estoy en el baño y sobre el retrete.
He cagado pero por espacio de breves minutos me dedico a filosofar sobre mi
vida. En el cuarto de papá una linterna medio encendida determina una sombra de
un hombre. El está allí, solo, meditando cada palabra que baja de su cerebro y
vibra como una luz atragantada en su garganta. Es mi anciano padre y está
enfermito de Parkinson. Todos los días para mi es la misma rutina. Sabanas,
mierda, pañales, sol, luna, cable, mujeres desnudas en la revista Playboy,
paja, y más paja. Universidad, besos, novia, sexo, y rabia del padre hacia mí,
madre desconsolada, pobreza.
Lo observo a diario
cuando salgo a buscar empleo sentado en su silla de ruedas al lado de la
ventana de la sala. Son estas situaciones en el que el tiempo se ha detenido y
se repasa los minutos solo para no formar un duelo que aniquila toda voluntad
de querer estar de pie y no llorar a lagrima suelta esta tragedia. Es como si
quisiera formar un rompecabezas de todo lo que había querido disfrutar de mi
padre, pero creo que nuestras viditas se desmoronan con el paso de los días y
en el cual las piezas desaparecen en cualquier lugar de la casa por culpa del
silencio. Siento que estoy atrapado en una maraña de palabras no dichas. Mi
padre hoy esta alegre, como siempre y con el televisor encendido en el canal 48, èl solo espera un milagro,
que acabe todo esto, pero quien soy yo para pensar por él. En las mañanas lo
escucho llorar en el baño y se pregunta ¿Por qué a él ?
El
funeral fue sencillo. Mi madre lloraba desconsolada. La madre de mi
madre soportaba con estoicismo sobre el montículo de tierra, sentada sobre una
banca pero su corazón no aguantó y se la llevaron de urgencia para el Hospital.
Hoy su cumplen dos meses que mi padre
murió. No dejo de sorprenderme como pasa el tiempo tan rápido. El esposo amado
y padre querido (lo que decía la placa del cementerio, la Nº 989) nos dejó
deudas a mi madre y a mí. Sin dejar de mencionar el negocio de autos usados que
siempre fue un fiasco .
-Pienso- en la poca
relación que tuve con mi padre. Él manejaba su auto patrulla a diario,
persiguiendo ladrones y toda clase de criminales y resolviendo problemas de los
ciudadanos, que casi era para mi un desconocido. Cuando llegaba tarde a la casa
yo ya dormía profundo y me dejaba al lado de mi almohada en ocasiones
especiales un supertrun o una caja de caramelos. En el momento de pensionarse
todos sus ahorros los invirtió en el negocio de los autos usados porque según
los economistas brillantes de la ciudad iba a dejar millonarios a todos por un
tratado de libre comercio que nunca funcionó con el país del Norte. Para colmo
la empresa de vigilancia me ha liquidado el contrato ayer. La Colt 45 que
siempre me acompañaba en las noches de los turnos pensé en robármela pero
alguien creo que un jefe ordenó quitármela. Ahora vivo solo sin empleo, y mi
madre…
Doy vueltas en este
cuarto y me tropiezo con su humildad y los montones de libros, unos leídos y
otros que la verdad dan lastima, leerlo solo vería afectado mi don de la
estupidez.
El único pensamiento que me asalta esta
mañana, es llegar a donde la tienda de Marín el paisa de la esquina y fiarle
por enésima vez la ración de comida de la tarde. He ido varias veces con el
monopolio de la lastima y ha funcionado. Hoy tengo la coartada perfecta y es
que ya mañana y se lo diré claro y rotundo, me van a llamar de la bolsa de
empleo. Y será que por fin después de varios meses colocar algunos billetes en
mi cartera. Pero trago en seco, ya que el Marín me lo ha advertido la última
vez que fui y que esta vez si me cierra la cuentica, que él no es ningún
pendejo, que el no tiene hijos por la calle, y sabe por medio de las vecinas
que estoy sin empleo.
Mi madre, está en la cocina y unas lagrimas se asoman
manchando su vestido negro. Ha estado Mirando lejos hacia la rejilla de la
ventana por horas. La atmósfera del lugar se vuelve pesada y densa . Creo que
piensa por qué dan tantas propagandas en la hora de su telenovela favorita.
Salgo.
Pienso en el camino a
la tienda y esquivo varias mierdas de perro que encuentro a mi paso.
No sé qué decirle, que
inventarle, ya que lo del padre muerto esta trillado y lo del empleo, ... Pues
estoy boleta. Sin embargo pienso en mi madre y lo que ha envejecido en estos
últimos meses, ya en la agonía de mi padre y ahora en la soledad manifestaba
unos dolores terribles de espalda y en las articulaciones. Sé que sufre, porque
la comida que prepara ya no tiene la misma sazón, ya sus telenovelas locales
las deja pasar y ve la repetición en el canal internacional por las noches. Su
silencio me atormenta.
¿Yo?
-Sí, usted.
- Hágame el favor de
fiarme para mañana la comidita.
Ombe, ave maría no me
crea usted tan pendejo..ommmbeee.
Sin embargo no me da la
cara ni la dignidad para llegar a la tienda y me devuelvo. Creo que hoy nos
conformaremos con un atún y algo de arroz que mi madre ha traído de la alacena
burguesa de una hermana que trabaja en un consultorio odontológico en un barrio
Rico de la ciudad.
Otro día entro de nuevo
a su tienda, creo que es domingo por la mañana y es justo ese día, el paisa
realiza mercado y las alacenas y mostradores observo que están repletas de
víveres y cosas que uno necesita para conservar su dignidad humana, al menos en
lo que a alimentos se refiere. El paisa con cara de golondrina enferma de
sífilis me observa llegar y frunce el seño, (noto que las uñas de sus manos
están envueltas en llamas) con un gesto milimétrico, deja de ensuciar sus manos
de un saco de papas que ha tirado sobre un granel dispuesto para tal fin. Da
una serie de pasos y se resopla la nariz y se toma o mejor se rasca la barbilla
y la espalda. Después de varios segundo de titubeos y de alzarse el pantalón ya
que segundos antes se le veía la raja del culo, lanza un quejido y por fin me
responde y me responde con los brazos apoyados sobre el mostrador. Con el
rostro amarillo de los comerciantes para patentar el orgullo cuando quieren
decir –No-.
–Te hago el favor si dejas de apuntarme con
esa cara de hambre Colt 45, que irradia mucha metralla y ciegan mi afortunado
porvenir- .


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