Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de julio, 2012

LYNATHA

Lynatha Bella princesa dueña de castillos y sueños Dueña de mi voz y de mis días Has metido en mi torrente sanguíneo como una inyectada de metanfetaminas La lujuria del amor. Te acuerdas, te conocí en aquella Vieja estación del tren, cuando creías Que nadie te haría olvidar amores drogados. Yo como siempre malinterpretaba todo, hasta sentía cosas aquí En mi conciencia como cuando un alcaraván se te Acercaba en el parque Fernández Madrid Tú te sonreías con él y yo pensaba que yo había perdido Que había perdido a la mujer de mis días y de mis noches La mujer que me dijo amor por primera vez  y lo sabes hacer bien cuando todo estaba oscuro en mi vida La mujer que recelosa del amor dijo -si- en las murallas. Y sus labios delgados se abrieron como olas pequeñas de un mar inmóvil. Quisiste que te acompañara este latín lover de calzado 41, orejas puntiagudas Ojos de verano bisiesto, cantante de ópera fracasado, de madre soltera y padre cultivador de

Vidas al Limite

Erase  una vez una mujer indígena de ojos negros que arriba al aeropuerto de Las vegas en los Estados Unidos, un viernes de Marzo. Con afan se retira del aeropuerto para buscar el primer Hotel que exista cerca del lugar. Se siente cansada. Exhausta. Para un Taxi. Pero el conductor la ignora. Y se va. Para otro pero esta vez chifla fuerte y un taxi le logra prestar el servicio.  Ella abre la puerta de atrás y monta las dos maletas de mano que trajo de Santa Marta.  Ella sale una hora después de la  habitación  989, arreglada, lo bastante normal y decadente para su gusto hacia el  vestíbulo  del hotel. Luego sale del hotel hacia la calle, las avenidas y siente el frio moribundo de la ciudad de los casinos. Un abrigo de visón cubre su cuerpo armonioso y delirante. Entra a un casino, El Luxor. Mantiene entre sus dientes una goma de mascar que ya ha dejado su sabor azucarado y se torna su nuevo sabor a metálico. Se siente adinerada muy a pesar de que lo ha perdido todo.

LAS VENDEDORAS DE CIRUELAS

LAS VENDEDORAS DE CIRUELAS Por la calle de la  moneda observo a las Señoras que llevan en sus cabezas   Las palanganas de ciruelas como ciudades quemadas Ellas están presentes en el olvido y en los cielos el mensaje esta bien cifrado: ¿cual es? Digamos en un primer momento a el eterno retorno  de la bella fruta que ha condicionado su existir al mundo Itinerante es su sudor y su consuelo Sin más nada que expiar ante su propia voz En las alegrías de su mundo, dejan en la valía de Sus fuertes y gordos brazos al armazón de un Dolor ciego que las aturde.  Bajo las cinturas  y en su  lenguaje  mas  allá  de los siglos y de los  códigos  s e resisten a quedar a la deriva.   En el   Sombrío atardecer apaciguan su legado y su mito Quedan atrapadas en el oficio como el vuelo De los alcatraces,  Ellas fondean su arraigada creación A la piel de los compradores y sus deseos Ellas de su viva voz, y, la de sus cuerdas vocales componen el desierto y los abrigados Musicale