Llegué al barrio, después de estar por primera vez con Sofía un fin de año y en compañía de su familia. La verdad que su familia por parte de Padre es patética. Todos deberían morir ya. Excepto la abuela, ella me agrada. Está toda esqueletudita y se sostiene con un bastón de madera, me recuerda a la actriz, Libertad La Márquez, en uno de sus papeles en novelas memorables. Ella también tiene un parecido a mama Lalo, a mi abuela y creo que las mujeres cuando llegan a viejo (terrible lugar en Occidente al que nadie quiere llegar) se vuelven felices. Al contrario de los hombres, cada día, más amargados y ególatras, en especial los jubilados, los que devengan ciertas miserablezas del Estado. Todos estaban serios, en aquella casa menos la abuela, que hablaba de todo y cosas agradables, mientras que los jóvenes daban vueltas por ahí, con la única angustia de que todo acabara para luego irse a encerrar a sus casas a llorar por la vida absurda que les tocaba vivir. Después de tan aburrid
Escritor, mas soñador que Escritor.