EL ÚLTIMO DÍA DEL AÑO Recuerdo que un treinta y uno de diciembre mi hermano se emborrachó y yo fumé mi primer cigarrillo. Nada hubiese pasado si de verdad mi hermano de escasos nueve años no le daba tan duro beberse un ultimo trago del ron tres esquinas que un tío nos regaló, mientras sacaba un fajo de billetes para ir a comprar la otra. Me lo llevé para la esquina para que disimulara su estado pero sus piernas flojas y su hablar como tarado daba la impresión de que su mundo daba demasiadas vueltas. Mi mayor preocupación era que mi madre se enterara. Ya que de seguro me echaba la culpa y la cantaleta era su arma para hacerme sentir mal. De hecho para aquella fecha yo tenía once años y el modo de entender de mi madre era que yo debía velar por mi hermano menor, debía haber un vínculo de cuidado hacia su mayor tesoro. No obstante, mi hermano era un atrevido y recuerdo que una vez arrojó de loqueras, una piedra hacia la otra calle y le partió la cabeza a un muchacho y luego es
Escritor, mas soñador que Escritor.