En la ciudad iniciaba la
temporada de lluvias con vendavales y fuertes relámpagos. Era normal que varias
tejas de las casas de barrios subnormales se volaran y causara estragos e inundaciones. Los noticieros de la televisión
titulaban que eran las lluvias más intensas de los últimos tiempos que habían caído
sobre Cartagena de Indias. Era bíblico, el apocalipsis. Pero eran los medios y
los medios siempre te van a exagerar todo. Me dije cuando pienso que haré en
este viernes. Enseguida entra una llamada a mi móvil. Era un operador de
Movistar reclamando porque yo no había pagado
la última factura. No dejé terminar su mensaje. Colgué. De inmediato entra otra
llamada y era Valeria. Ella me explica con su voz gutural y ronca a lo Lucía Méndez en mi móvil telefónico
que necesitaba charlar conmigo y contarme situaciones de su vida. Yo me
encontraba en mi apartamento revisando ciertos papeles de un caso judicial.
Cuando entró la llamada. Al cortar la llamada y despedirme me entró un
nerviosismo y un sustico así que como pude me regué colonia por todo el cuerpo.
Listerine al gusto, Cepillada, vestido de derecho y para la calle. De una tomé
un colectivo en la Avenida Heredia cerca al Estado de béisbol Once de
noviembre. Primero chiflé uno y se fue. Segundo, y también chiflé, esta vez sí
paró. Entré. Había otros pasajeros en el colectivo. El silencio era absoluto.
Mientras el Dial daba las noticias del mediodía. Noté que alguien llevaba un olor
endemoniado. Me hizo este olor acordar de Raúl, un compañero del INEM. Los demás
niños le colocaron el Grajoman. Pero Dios le da pan al que no tiene dientes. Se
fue para Bogotá y estudio Ingeniera Química y hoy en día es el gerente de producción
de Tecnoquimicas, el fabricante exclusivo de Yodora. La vida da muchas vueltas.
Dicen los que saben que la
composición química del mal olor en las axilas si huele a comino es: El ácido 3
- hidroxi - 3 – metilhexanoico. La verdad era un ácido. Un ácido de batería,
Dios. También en ese segundo se me da por acordarme de la serie Breaking Bad.
En español se traduce como ir hacía el mal. Abriendo el mal. Pero puede ser
escapando hacia el mal. El grajo escapando hacía el mal. En lugares cerrados y
con aire acondicionado como en un colectivo un grajo es una bomba lanzada por
el Estado Islámico y escapa hacía el mal, lo abre. En la película la vida es
Bella (1997) de Roberto Benigni los cadáveres no se deshacen se les da una
esperanza como todo en la vida. Primero es la vida, luego la esperanza y hablan
de ella como un tema filosófico de humanos y no de extermino y por último la
perdida de esa esperanza la más desgarradora desilusión del ser humano. Pero al
principio los protagonistas no ven el mal porque todo aparenta dentro de lo
normal: abriendo el mal es cuando se es de lo más normal.
Hablando de Breaking Bad, en
la serie el Profesor de Química Walter White menciona sus conocimientos sobre
química pero lo más impactante es la solución frente a como deshacerse de un
cadáver en uno de los capítulos de la primera temporada. No era que me quisiera
deshacer de una persona como Valeria Séneca;
pero si era impresionante que la serie dijera la fórmula para desintegrar los
tejidos de un cadáver en pocos minutos por un líquido químico. Pero
investigando por san Google en la serie utilizaron a una mujer científica en
química que los asesoraba en este tipo de escenas. En dicha escena utilizaron un nombre totalmente
diferente al líquido para deshacerse del
cuerpo. En el capítulo, Jesse Pinkman usa una bañera y un ácido llamado HF ácido
Fluorhídrico. Es una escena horripilante, Jesse vierte ácido fluorhídrico (HF)
en la bañera para disolver el cadáver. Este es un ácido útil para tener en
cualquier laboratorio por sus inusuales características químicas. Como disuelve
el vidrio, debe almacenarse en botellas de teflón (un plástico de alta
resistencia química). Era de suponerse que en la práctica los cadáveres se
disuelven con bases (concretamente, mediante una hidrólisis alcalina mediante
hidróxido sódico). La serie mintió. Queridos lectores ni se les ocurra hacer eso
con sus seres queridos. Menos con su madre o el amor de su vida. Y yo no lo
pienso hacer con Valeria Séneca y ni así me traicione con varios tipos en una
noche.
La verdad yo no sé qué hago
aquí en esta loca carrera por Valeria. ¿Si quiero verla de nuevo? Pero es
Valeria. Es que es Valeria. Si, Valeria. Valeria es escuchar el sonido del Océano
Atlántico. Bueno, y quien soy yo para negarme. Yo no soy nadie cuando Valeria
me llama. Ella es Valeria Séneca. Es Valeria, Mierda. Me bajé del colectivo por
los lados de María Auxiliadora cerca de la Clínica crecer. Crucé las avenidas.
Noto que una Tractomula que va en dirección hace el centro parece extraviado.
El conductor con marcado acento tolimense me dice que donde queda la sociedad
portuaria. Le respondí que usted viene de allá. El tolimense se toma de la
cabeza y da un giro por la avenida del Bosque como quien va para Martínez
Martelo. No sin antes tumbar un semáforo. Romper todo los andenes a su paso.
Casi causa un accidente al esquivar un vendedor de Peto y hacer un zigzag. Pero
además de eso, siguió su ruta como si nada para la sociedad portuaria. Yo después
del suceso estuve atento a la velocidad de los busetones de Transcaribe que si
te llegan a pegar mi hermano. Mejor ni te echo el cuento.
No tardé ni unos minutos en
llegar a pie cuando de repente diviso la figura de guitarra de Valeria en el
Parque de los Borrachos y sentada en una banca en el barrio el Prado hojeando
una revista de Ebel. Su aspecto era la de una realeza lamentable. Valeria
estaba descuidada, harapienta y cobraba 35.000 pesos el polvo. Su principal
fuente de ingresos Era Ralph Lauren, así codificaba a uno de sus clientes en su
móvil. Un señor de pies gigantes. Un patón dice ella. Era el dueño de unos
grandes almacenes de Ropa. —Me da dinero —. Y entro en sus almacenes y cojo lo
que quiero. Los vendedores no me dicen nada. Él les ha dicho que me dejen
tranquila. No quiere que su esposa sepa que yo tengo un polvo mejor que el
suyo.
Valeria Séneca y yo somos
amigos desde bebecitos. De pilatunas. Nos pasábamos los dientes de leche para
que nuestros padres nos dieran dinero. Ella es de los Picapiedras. Yo soy de
Los Supersónicos. Ella montaba en bicicleta Monark. Yo en la de mis amigos,
pues no había plata en la casa. Es mi
mejor amiga y cuando la observé a pesar de su destrucción algo duro ya se me
notaba en mi pantalón. Era mi celular que me timbraba en el bolsillo del Pantalón.
Colgué. — Cuando estoy con Valeria no estoy para nadie —. También noté una
mancha de mostaza en su vestido fucsia. Tres lunares redondos y negros cerca de
su boca, le daban un aire de Marilyn Monroe. También observaba que sus medias
veladas estaban rotas. Violentadas, seguro fue
un atarban que no quiso pagarle. Sus piernas curvas eran peligrosas como
una feminista de Fem.
Se percibía que tenía días sin dormir, se distinguía
ojerosa, cenizas. Las Torres Gemelas derrumbadas. Me fui de allí y regresé por
la tarde con un six pack de Club. La sorprendí ahora. Y la tomé por la cintura
y ella me dio un beso en la boca. Sentir sus labios sobre los míos, me daba la sensación de estar en
una de las correrías de los relatos de Julio Verne. Me limpie mi boca de su
saliva porque me ensalivó. También noté un aliento a frunas y semen de caballo. No sé si esto se ha convertido en una obsesión. La
de estar con Valeria y hasta tengo ganas si no acaba esto bien, de utilizar los
pasos sencillos que química que me recomendó el profesor Walter White para
deshacerme de un cadáver. Lo mío está rayando en algo ya obsesivo. Pues no dejo
de pensar en Valeria Séneca ni un segundo y a la vez hundirle todos los días mi
mundo de códigos y derechos civiles en su adorado chochito. De inmediato observo
mi reloj en mi muñeca y la fecha dentro del aparato suizo. Podría estar aquí en
cualquier día del año y estar seguro que mi camisa igual estuviera empapada en
sudor y eso que caminé unos pasos desde la Avenida Heredia. A pesar de la
lluvia. Pero era una tarde soleada de Abril. Pero puede ser Mayo. También
Junio. Aunque pensándolo bien es Septiembre. Cualquier mes del año en esta
ciudad portuaria es el mismo clima: un
infierno. A pesar de la lluvia. Al día siguiente al cerrar la oficina le dejé
un mensaje en su móvil telefónico: No tardaré
en llegar. A pesar del trancón del mercado de Bazurto. Ya en persona, llego
a tiempo. Llego con la idea de saciarme en Valeria Séneca. Ahora que lo pienso,
ella es de Magangué pero toda su familia es paisa. De Antioquia. El nordeste
Antioqueño. Hola:
—Vale
— Hola,
Señor Pelle
— Valeria,
que tal ni te había visto, que pena. Mira solo pasaba por aquí..
— No
quiere tomarse una tacita de café… en mi casa.
— Ahhh
— Si,
bueno. Pase usted...
— No!,
usted primero...
— Noo
noo, usted. Como se le ocurre que yo primero. Primero las damas.
— Miento.
Pasó un mes y no me atrevía
acercarme por el Parque. Me quedé todo el día en el apartamento hojeando un
caso de hurto de un defendido. Salí al parque del barrio. Alguien me quiso
vender hierba y lo rechacé. Luego entro a la tienda y me bebo un par de
Heineken. La semana había pasado como un rayo veloz y los casos no eran tan
urgentes que me permitieron darme ciertos lujos como caminar y dar vueltas sin
sentido. Llegó a ser tan desconcertante todo que me metí a una Iglesia Católica
y estuve allí toda la tarde sin decir ni una sola palabra a nadie, (tampoco es
que llegue mucha gente) .
Era algo kafkiano mi realidad
con ella. Pensé. Oh Dios. Regresé al apartamento pero empapado con la lluvia.
Por alguna razón no había luchado por guarecérseme de la lluvia. De repente noto
chorros de agua salir de mis fosas nasales y con la lluvia aparece en cada gota
la luz de Valeria dándome besos y haciéndomelo encima de mí. Entré. Me di
cuenta que me salía mocos y tremendos mocos de la nariz. Sobre el lavabo me
agarro la nariz y soplo fuerte: y un charco negro de moco con sangre se deja arremolinar
por el agua y desaparece de mi vista. Era Valeria. Camino y entré al baño, abro
el retrete y cago. Mientras sale todo de mí pienso en ella. El olor inunda el
lugar. (Que pensaban que olería a jazmines).
Hasta que un Sábado por la
mañana estaba tirado en mi apartamento y sobre el sofá cuando recuerdo muchos
sueños con Valeria. Me había comprado otro Six Pack de cervezas en el Éxito
pero esta vez eran Coronas; buen sabor. Lástima que ya les estén chimbeando en
Nelson Mandela. Sin embargo, mi angustia era pensar en Valeria. El sueño de
ayer fue La Insoportable Levedad del Ser. En el sueño recuerdo a Valeria pero
con otro nombre: Mafe. Todos en ese sitio de Lámparas rojas le decían Mafe. El Barman
un tipo musculoso, como un jugador de la NFL le prepara sus tragos: Vodka y
hielo. Este tipo se hace llamar Juancho Rutherford. Según la defiende de tipos
morbosos. Una vez le pegó en su propia jeta a Pablo Escobar porque de mano larga
le tocó las nalgas a María Fernanda. De la trompada: el tipo rodó varios metros
por el suelo. El Cartel se lo perdonó solo porque en realidad le había pegado
al doble del capo. Por seguridad. Era una prueba para ver si la gente se
tragaba el cuento. Al parecer no resultó porque nadie le pega a Pablo Escobar y
sobrevive para echar el cuento. Resultó que el doble de Pablo Escobar una
semana después su cadáver estaba flotando sobre las hediondas aguas de la
laguna de San Lázaro.
Las veces que iba a ese lugar donde Mafe se encueraba y mostraba sus endemoniados atributos me mareaba el olor a Cigarrillos y sudores. Los hombres enviaban mensajes de textos y pedían desde sus móviles telefónicos para que saliera María Fernanda disfrazada de la mujer maravilla y bailara en el tubo. Si le sabías mover el lazo a María Fernanda era seguro que ibas a su cuarto a gozar del tierno culito de Linda Carter.
Las veces que iba a ese lugar donde Mafe se encueraba y mostraba sus endemoniados atributos me mareaba el olor a Cigarrillos y sudores. Los hombres enviaban mensajes de textos y pedían desde sus móviles telefónicos para que saliera María Fernanda disfrazada de la mujer maravilla y bailara en el tubo. Si le sabías mover el lazo a María Fernanda era seguro que ibas a su cuarto a gozar del tierno culito de Linda Carter.
Otro sueño Vale: eran los
lugares que irradiaban tu dentadura feliz cuando lo compartías en tu red
social. Le dabas compartir en el bar donde Fidel. Cuando íbamos a la Plaza de San Diego. Las vomitadas de
Valeria sobre un andén de la avenida Heredia. Valeria y yo en plan de paseo por
Playa White. Cuando desperté en la mañana, sobresaltado me levanté de inmediato
de la cama y de un salto fui a dar a la silla metálica del computador y
escribir todo los hechos y narrar lo que había en el sueño. No obstante, ni un
puto recuerdo. Aunque, lo que si logro
recordar es que estaba por los lados del Faraón, cerca de la terminal de
Transportes y cuando observé un Taxi cerca por la carretera, chiflé y el señor
se detuvo. Enseguida le dije:
—Señor
para el centro
—Yo
para allá no cojo
— ¿Cómo
así?
— ¿Dije
centro?
— ¡Aaah
centro, haberlo dicho antes buen hombre!
— Es
que ando con el oído jodón. Tú sabes, la edad.
— Me
senté en la parte de atrás. Arrancamos. El señor del taxi era musculoso como
Mike Taison. Sus manos eran grandes como el salario de un Profesor.
Me doy cuenta que unos autos
fantasmas parecen seguirme y el señor le mete toda la chancleta hasta el fondo.
Un Automan. Michael Schumacher le quedaba en pañales. En ese momento conduce
por callejuelas estrechas y luego gira y de nuevo una calle muy estrecha y
pienso que carajos es este lugar donde estoy. De verdad estoy con el corazón en
la mano y mis huevas en la garganta en este asiento. De la nada el Taxi aparece
por el Cuartelillo de Olaya con rumbo a la Avenida Pedro Romero. Allí se acaba
el sueño. El taxi no sé dónde me dejó. Eso sí pagué mi carrera. No quiero
deberle ni en sueños a Mike Tyson. Entonces, al día siguiente temprano llamo a
Valeria, para que me espere en el centro. Luego de 20 mil llamadas perdidas me
contesta. Que no se ha bañado que huele a mica. Diablos Valeria conque monstruo
me he metido. Siempre llegas tarde a todo. Siempre es lo mismo contigo!
« ¡Valeria, Valeria, Valeria!»
Era un sueño.
Salí del apartamento y me
iba para Vueltabajero pero antes llegué a la entrada de Blas de Leso, donde El
Koreano. Allí me tomé dos Cervezas. El sitio estaba solitario y una morena de
tetas grandes era la única que atendía las mesas. Un hermoso culo me llevaba
las cervezas, más bien fueron dos, si si dos. —Dos culos o dos cervezas—. No no
igual eran dos cervezas Club.
— Ella
me sonríe desde la barra —
— Yo igual
le contesto con una mirada cómplice. —
— No dejo
de observar cómo se ladeaban esas tetas enormes. De un lado para otro como en
un tobogán.
— Ella
me hace seña de que quiere mi número de Móvil. Se lo doy. Y Cancelo la cuenta. No sin antes
observar por última vez esos lindos y grasosos aretes que usa.
De un sorbo finalicé la botella y tomé un taxi
en dirección a la casa de María Fernanda. Su casa era una esquina del parque de
los borrachos, ella no tenía dirección ni casa por la manera de vivir la vida.
Yo creo que vive bajo un puente, pero cobra treinta y cinco mil la hora. Llegué,
la saludé como siempre. La tomé por la cintura y nos fuimos para su casa. ¿35
mil, no me haces una rebaja porque soy yo? Amor, porque eres tú te cobro el
doble no hacemos nada y te recito la poesía de Federico García Lorca, textos
completos.
Entré a su apartamento debajo del puente.
Había de todo. La basura más higiénica que he podido observar en la casa de una
prostituta. Por el amor más puro sacó de su bolso un pañuelo de color lágrimas
y me lo entrega con el fin de que no ensucie el Jean:
— Ya almorzaste?
—Si algo de McDonald’s?
—Mentí no había almorzado. «Nunca
almuerzo cuando estoy sin trabajo. Ni desayuno. Más bien duro a veces dos días
enteros sin comer. Ni un penique para comer».
— Y
tú? ¿Ya lo hiciste?
—Que, ¿si hice qué?
— Si
si Almorzar…
— si
si ya comí... si si piqué algo en el Carulla del frente.
Dentro de mí dije: Maldición Valeria porque
vives en estas condiciones. Ella prende una pipa creo que de Meta. El humo que
propaga de su pipa se confunde con las nubes y los edificios de Bocagrande.
Observo que en sus brazos y piernas tiene marcas horribles como cicatrices de
guerra. Los efectos de la meta son crueles. A ella el sueño se le ha ido. Su
apetito también. Raramente la observo comiendo. A diferencia de drogas
simpáticomiméticas directas como la adrenalina, la anfetamina es efectiva al
ser administrada por vía oral y sus efectos son duraderos. Una vez en la
sangre, la droga atraviesa la barrera hematoencefálica y ejerce efectos sinápticos
sobre los sistemas catecolaminérgicos centrales. Ello induce una sensación de
gran bienestar corporal, de buen humor (hasta euforia) y de disminución de las
sensaciones de cansancio y de apetito. Son drogas de las cuales se abusa
ampliamente. Ello se explica por los efectos estimulantes de la euforia y de la
actividad psicomotora que ellas inducen. Las características observables en
sujetos en situaciones de abuso de estas drogas dependen de la etapa del
período de abuso en que ellos se encuentren. Así en la fase avanzada de abuso,
cuando se ha desarrollado tolerancia a las anfetaminas, aparecen síntomas de
abstinencia en los cuales el sujeto puede experimentar sensación de energía y
disforia. Esta última se traduce en un apetito anticipado y ansia por la droga.
Mientras ella consume su
meta le digo que le había llevado unas mudas de ropa limpia. Pero primero ella
decidió darme una sorpresa. Me dijo que la esperara un momento mientras se
cambiaba. Diez minutos después, Mafe con
su atuendo de la mujer Maravilla alza la cabeza y me observa de frente. Mis
ojos negros se impactan con sus ojos azules de contacto. Su cuello ladea,
arriba, abajo y así sucesivamente. Ella se detiene. Como cuando cierran una
herida en la vena Orta. Con su lazo de la mujer Maravilla me lo coloca sobre mi
cuello y empuja mi rostro sobre el suyo. Mi boca se acerca y la beso.
— Que
decís mi Tom?
— Cuando
me llevas a esa playa que tanto hablas en tus libros.
— Algún
día, iremos Valeria, Algún día.
— Tom,
Tommy eres aburrido. Ya ni sales. Porque los Sábados no sales. ¿Por qué, no te
aburre de vivir solo?
— La verdad
no. Es un estado de mí y de lo que soy. Ver que se roban las elecciones cada
cuatro años eso sí que es aburrido.
— Tommy te gusta escribir. Una vez me dijiste que querías escribir en periódicos.
— si, claro escribir columnas.
— Al estilo de Daniel Coronell.
Mientras ella se introducía mi pene en su boca. Ella recordó parte de mis sueños.
Entonces siguió dándole serias succiones a mi verga. succiones de animal. De diabla. Pensé que me iba a fracturar mi verga con su boca. Una boca que se convirtió en una gran boca succionadora de mi pene.
— Tommy te gusta escribir. Una vez me dijiste que querías escribir en periódicos.
— si, claro escribir columnas.
— Al estilo de Daniel Coronell.
Mientras ella se introducía mi pene en su boca. Ella recordó parte de mis sueños.
Entonces siguió dándole serias succiones a mi verga. succiones de animal. De diabla. Pensé que me iba a fracturar mi verga con su boca. Una boca que se convirtió en una gran boca succionadora de mi pene.
— Mi
Tom Pelle. ¿Te gustó?
— Nada. Me voy al hospital. Asentí en silencio. Y cerré mi bragueta. Pero seguí hablando con Valeria hasta el amanecer.Bebiendo vino. Ella consumiendo su Meta.
A Valeria la conocí en la
secundaria. En el Inem. La conocí en el salón de sexto grado y me atraía su
sexo apretado que era grande como una vaca sagrada. También porque era la chica
más sensible que mis ojos habían visto. Era delicada y unas piernas de Diosa
para una chica de trece años. Recuerdo que cuando Valeria estaba practicando
los ejercicios su pantaloneta ya no entallaba en sus nalgas y por esa razón
había proporciones de sus nalgas que quedaban expuestas a los ojos de los
gallinazos. Yo si dije que dentro de mí algo cambió de lugar al ver el jopito
de Valeria. Como cuando cambias los muebles de la casa. Hubo un cambio. Ese
cambio fue el deseo. Por primera vez deseaba a una mujer con tantas ganas que
era normal que por la noche, mientras todos en la casa dormían y yo acostado en mi cama me
hiciese un tremendo pajazo de padre y señor mío. Pero no me corrí. Aun por
desgracia de la vida, Dios no me había dado la bendición. Pues ni una gota de
leche me salió. Pero si un moretón morado en la punta de la cabeza de mi picha.
Al igual que unas gotas de sangre. Me di cuenta que el amor y el deseo no compaginaba.
Era un pensamiento que me iba a acompañar como un amuleto toda la vida.
Las clases de educación
física eran programadas en horas de la mañana. Las dos primeras horas. Por lo
general, los lunes y los viernes las dos últimas horas. Los lunes los profesores
llegaban a clase con malhumor o porque estaban aburridos de su existencia y no hacían
nada para solucionarlo o en muchos casos su aliento apestaba a alcohol. Los
profesores vivían una vida miserable. Si un alumno hubiese llevado pistolas o
un cuchillo grande de cocina más de un profesor se hubiera ido del otro lado de
la decepción. Pero siempre hay excepción a la regla y esa regla sí que la
aplicaba bien el profesor Otto. Profesor de educación física de Baloncesto. Su
verdadero nombre era Otto von Bismarck. El Profe Otto era un rubio de ojos verdes
y Manizalita de 40 años y de padres Alemanes. Sus manos eran pequeñas como un
E.T. Pero como que su picha era enorme porque en las horas del recreo en su
escritorio no cabían ese montón de culicagadas arrechitas por el Profe Otto.
El profe Otto, un Rubio de
Manizales (ya eso lo dije) en clases de Baloncesto le enseñaba a Valeria los
movimientos necesarios. El profe se pegaba más y más a su cuerpo. Más de lo
necesario. Ella ni se mosqueaba. Me di cuenta que Valeria y lo suyo con E.T.
era jugar. No revolcarse. Jugar las posiciones de vacamuerta en el Baloncesto.
Valeria lo mantenía a raya como un tigre se mantiene a raya mientras este saciado
o se haya comido una buena cebra. Sé que Valeria le sacaba dinero porque todo
me lo daba a mí. Yo andaba como siempre con mi cartera con un futuro incierto. En
horas del recreo Valeria compraba gaseosas y deditos. A Valeria le gustaba
mucho el quibey. Yo lo odiaba. Nunca me gustó. En mis tiempos libres y entre
clases la encargada del Kiosco me decía para recoger botellas vacías de
gaseosas tiradas por los alumnos por todo el colegio y que luego ella me daba
una recompensa. Yo con esa plata compraba manillas, tarjetas de amor y
pendejadas que vendían en las afueras del Colegio a Valeria. María Fernanda también deliraba por un mango biche. Ella
decía se lo doy hoy a quien me complazca con una mango biche. Yo corría como Jesse
Owen por ese mango. Si me vieran se reirían de mí.
Tiempo después a finales de
año en el cuarto periodo me hice su amigo íntimo. Supe enseguida que vivía con
su madre, doña Anita. Su madre era bella, bella como los gusanos blancos que
habitan un cadáver. Tanto tiempo andando junto. De aquí para allá. Entre las
clases y las idas a los campos de atrás del Inem, llegamos a enamorarnos.
Estábamos tan locos tanto así que en los arboles del colegio escribíamos
nuestros nombres. Ella lograba sangrar esos árboles con una navaja y yo me la conseguía
con poemas a la savia de sus muslos. Mafe era distinta. Mala, sí que le sacó
buena leche al Profesor Otto von Bismarck.
Es un domingo por la mañana,
y Valeria Seneca toca el timbre de mi casa. Abro. La observo con desdén. Trae
consigo varios cuadernos y sirven como excusa para que ella se quede todo el
tiempo que desee en la casa. Ella me observa como un lindo pastelito que se
come en onces. Ella es ritual. Todo en Valeria es ritual. Hasta sus enormes
muslos es un ritual. Antes me dará un beso y yo le daré otro. Primero encenderá la televisión, se tomará por
asalto el control. Segundo pedirá un vaso con agua para la sed. Voy a la nevera y le doy el agua fría en un vaso
de electroplata. Después de saciar su sed, me devuelve el vaso. Dice: afuera
esta ciudad es un puto infierno de mierda. Deja las groserías Valeria. Respeta.
Instantes después nos iremos al cuarto cuando mi madre salga al supermercado. Minutos
después, (un momento es instantes o minutos después, mejor le doy borrar ese
instantes después y coloco: al segundo...) Mi madre sale a la Olímpica. Mi
madre dice, Tom cierra el candado de la reja mira que están atracando mucho. A
mi madre la quiero mucho. Mi madre dice: A la vecina del frente se le llevaron
todo. Hasta su marido que sufre de la Próstata y que ya no se le pone duro
(esto lo pensé yo) se lo llevaron de urgencias.
Valeria se desnuda y se deja
su hilo dental negro puesto. Da un pequeño salto hacía mí y se acuesta en mi
cama como una bella durmiente mientras mis enanos se revuelcan de pudor y sexo.
La observo y cierro con cuidado la puerta. Mientras con el pie intento prender
el abanico. Intento alcanzar el botón tres. Intento ser un caballero al estilo
de Michael Douglas pero tan solo me sale un tímido Diomedes Díaz como una
bocanada de humo hiriente. Me pregunto si lo estoy viviendo. Pregunto dónde
dejé a Roberto Haslner. Me inclino
lentamente y te beso en los labios, abro la bragueta y saco mi sexo.
Te sorprendes de ese largo y
venudo camino de la puerta donde yo estaba y tu cuerpo. Me inclino más y te
beso y te apago tus incendiados besos. Soy un animal cobarde que se esconde
bajo los relámpagos de tu pradera. Te aferras a mi cintura ni un cervatillo
indefenso. Me lo sostiene y chupas mi sexo como una gata en el tejado que
chilla por leche. Abro tu blusa lentamente como quien dispara una escopeta en
sentido contrario. Unos senos de pezones rojos
se abren voluntariamente. Siento el olor de tu pelo negro respirar. Beso
tu nuca como si pudiera esnifar una hilera de sueños perdidos. Yo siento tu
lengua sobre mi sexo caliente y húmedo. Creo que me voy a venir. Creo que me
voy a venir en tu mundo húmedo. Aparto un hilacho negro con mis dedos y rozo
con esos mismos como machetes tu rosado
sexo. Tú baldosa se moja lentamente al crujir de mis dedos sobre tus
moldeadas llanuras. Entre olas y olas tu rosada vagina se ha vuelto morada como
un melón.
Mi lengua lame tus senos. Mi
lengua explora tu vientre como una nave espacial explora tu cuerpo infinito de
dudas e incertidumbres. Mi lengua viaja hasta el monte de venus y baja aún más
hasta las profundidades más bajas del último dedo de tus pies. Mis dedos te
dejan desnuda como un desierto. Mis dedos te dejan desnuda como cuando te
aferras a una rama mientras un alocado Rio te lleva sin oportunidad. Meto mis
manos bajo tus nalgas y siento el ojete más caliente que he podido dibujar en
sueños. Busca ahora que me liberes de tu boca. Mi hermoso pene busca tu sexo
sin descanso. La cama se hincha. Las sabanas crujen. El suelo parece danzar al
son del mundo. El sudor castiga el ambiente. Mi boca besa tu boca como un
carnicero que destroza su presa con la delicadeza más cuidada. Giro tu cuerpo y
allí están tus nalgas negras como la nieve. Acerco mi boca a tu sexo y lo lamo
como cuando no hay sin fin para este acto. Lamo y saboreo como un niño saborea
un helado multicolor. El olor es intenso. El olor es como una droga. El olor de
tu sexo es como el olor del castillo de Rapunzel.
Mafe ahora con el disfraz de
Gatubela gime y grita: me dice palabras
que espantan a las madres y acercan al delincuente. Mi sudor corre sobre cuerpo
como un torrente de ilusiones góticas. Luego quiere saltar al tigre pero mejor
te acomodo en mis piernas mientras te das sola como una luna creciente. Mi
picha entra en ti como un mundo escondido. Subes y bajas. Te aprieto tus nalgas
como a una carne de cohete. Hundo mi dedo sobre tu ojete. Y beso tu espalda.
Beso tu cuello. Tu sexo se hunde más y más. Tu sexo aprieta el mío. Entonces
dices que lo meta más en tu culo. Entonces te lo hundo tan profundo hasta la
galaxia más próxima. Siento tu culo húmedo sobre mí. Gimes suave como una loba
herida. Gimes bajo como ondas musicales. Te mueves en zigzag y te mueves en
círculos sobre mi pene. Vas a explotar y te azaras feo. Tus nalgas golpean mi
pelvis. Tu pelvis se mueve muy lentamente y tu cabeza se echa hacia arriba como
mirando el techo. Al segundo mueves más y más rápido tu pelvis pero esta vez me
observas como tratando de decir que aquí está tu gata. Tu adoración. Tu pequeña
muerte. Pides que no te lo saque. Que te lo hunda más profundo. Siento que voy
a la deriva. Tú gimes de placer, gimes de locura. Yo siento que me muero que ya
no me dan los sentidos ni las piernas que algo dentro de mí fluye en tu acuario de colores y pierdo el
sentido. He estado dentro de ti……..Todo
explota.
vaya
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