Abcdefghijk es una chica hermosa de dieciynueve años, ama el café, la lectura; ademas de ser la unica chica que adora a Satan, mi gata que recojí de la calle una noche muy fria del invierno pasado y que se queda en mi cuarto (puesto que las otras personas que viven en la casa odian a los gatos). Hemos terminado de hacer el amor y el olor a camarón inunda el cuartucho de mi casa y penetra aquel olor en mi nariz y mis entrañas. Se nota que esta un poco apenada porque enseguida se tapa su sexo con la sabana (pienso en lavarla una vez ella se vaya ya que se ha ensuciado del sexo de Abecdefghijk, y el sexo de abecdefghijk es penetrante). Ella es algo que siento clavado aqui como un buque a la deriva. Miro su cuerpo y no dejo de pensar que Dios es bueno y existe. Ella es el sol que se hunde en mi mañana. Noto que su cuerpo se ha movilizado hacia a ventana y ese paisaje refleja lo bien que ha la pasado conmigo estos ultimos tres dias que la he conocido. A lo largo de mi vida he estado con muchisimas mujeres pero se que esta es especial, si lo presiento, yo se que señor lector me tomará por idiota, inútil, pero aún creo en una mujer, yo se que son pocos días de conocerla, de verle los ojos de frente y mirar como se estrellan con los míos como una figura explosiva en la teoría del big- bang. Regresa a la cama y prende un cigarro, sin embargo lo olvida, luego dice que se han acabado los cigarros y me mira una vez mas. Yo igual la miro y me acuerdo de una revista que ha publicado un articulo donde dice que si uno mira a alguien durante cuatro minutos ella definitivamente se prende contigo. Pero ella nada no me mira mucho, quizas 32 segundos y eso porque lo he contado mentalmente. Esta como nerviosa pero si observa los posters de aquel cuarto. En ese cuarto al igual que ella, salvajes y solitarias tambien estaban , Franchesca, K, mirna, yanni la pul-over, la mona, la lisa, Abril, megan, estas ultimas son las chicas hot de la publicacion del semanario poho y eran unos posters pegados sobre la mugrosa pared de mi cuarto. Habiamos terminado de hacer el sexo, el amor, el rasatata, o el tastastas. Noto que su cuerpo es parecido al de Gaira, una argentina libanesa que conocí en playa blanca. Ni pude hacerle nada ya que su descontrol con la coca la llevaron a las salas de emergencia de la ciudad de piedra. Ella prende luego de rebuscar en su jean un cigarro, me mira exhausta como con ojos de colibrí metido en una olla de presión. Yo quería seguir en el sexo pero echarle otro a esta hora no me parece. La observaba minuciosamente y pensaba en el relato que ella contó minutos antes; sobre un sueño de anoche. Mientras mi dedo revoletea sobre el hueco profundo de su ombligo, como buscando una mariposa que tiene un ala herida, o una pistola a punto de volarte la tapa de los sesos. Tambien pienso en Adela, en Norida Rodriguez, en aquel loco que pide plata y dice doctor para que le den una moneda por los lados del hospital Universitario. Pienso en las mujeres que me lo dieron y ya se murieron, la yaya, mariposita rockera, esta Melissa, la paisita, la nena, la negra, rosita, en martica, clau, y en la morenita de allá abajo que era prima de Wendi, aquella loca tetona que luego se puso a jugar fútbol en Bogotá y estando allá se casó con la prima de Justiniano.
A veces miro la eternidad que representa mi techo, observo las telarañas que forman sus nidos, pienso en ella, es, como aquellas lectoras que se enamoran perdidamente del escritor y cuando lo conocen desearían no haberlo hecho nunca. Para las mujeres el "ideal" es lo básico. Ella es la flor, que derrite los enigmas, ella es la razón de un doctor loco que ha descubierto su mejor mezcla química, en ella soy el punto exacto del logaritmo de pirata cibernetico por robarse los mayores tesoros de los gobiernos. Mi cama es la mejor manera de morir en paz le he dicho muchas veces, ella ríe como quien deja la respuesta para otro día y al segundo responde que mi cama le falta unas buenas tablas porque a cada rato se caen.
¿pararle bolas a Jung?, bah; pero...¿ y si en verdad me estaba dando un plazo para que nuestra relación pasara a otro nivel?, ¿le daba temor que yo estuviese jugando con sus sentimientos?
- Pero para que, si yo nunca le había fallado.
Yo no tenia ánimos para traicionarla-
- Para Jung la represión es utilizado como mecanismo de defensa trasladado por el neurótico a los sueños -.
Ella se levanta de la cama toma un cigarrillo de su morral y lo enciende. El humo del cigarro me marea y me dan tumbos en mi cabeza todo ese humo entrando y saliendo de mis pulmones. Ella gira su cuerpo hacia mi y noto que sus senos danzan como lunas monstruosas igual que en una pintura de Morales.
Observo que en medio de la oscuridad, su boca es como un arco iris cuyos colores todos son negros, puntos negros y huequitos negros. En mi mente, pienso en salir de la habitación. Pero como un arquetipo o como un mito, algo me ata dándome unos martillazos con unos clavos hechos de piel sobre mi cuerpo, petrificandome a las tablas de la cama; mi cuerpo no me responde.
- No obstante, doy dos pasos fuera del dormitorio, me pongo mi interior y salto fuera de la habitación - .
A los dos minutos... por el pasillo, pienso, en lo que leí anoche, que para Jung la represión no solo estaba en un trauma sexual...
- De esta manera se distanciaba de Freud al pensar que su mentor no había superado su neurosis y primaba su autoridad personal que la verdad. Durante un periodo de lucidez y psicosis personal, Jung, efectivamente construyó diversas representaciones arquetipicas, entre ellas, el héroe - .
-Entro de nuevo a la habitación-.
Prendo la lámpara incandescente, y sus ojos brillan como una gata herida.
Pues, a ella, ni modo, le gusta culiar con el foco apagado. Al verme, enseguida me sonríe, como un cielo oscurecido por la lluvia. Le he traído un sanduche con bastante mostaza.
Ella lo toma y le da un mordisco de fiera.
- Otra vez ríe - .
Noto que sus dientes se le han pintado de esa cosa rosada.
He podido negociar que si le hago alimentos con bastante mostaza ella deja el cigarrillo poco a poco.
Al parecer lo estoy consiguiendo, pero la mostaza es difícil de hallar a las cuatro de la madrugada, tanto así como los delfines que salen a la orilla en el mar de Làptev.
En cambio, los cigarrillos, son como los políticos corruptos, se consiguen en todos lados, a cualquier hora y son baratos.
A veces miro la eternidad que representa mi techo, observo las telarañas que forman sus nidos, pienso en ella, es, como aquellas lectoras que se enamoran perdidamente del escritor y cuando lo conocen desearían no haberlo hecho nunca. Para las mujeres el "ideal" es lo básico. Ella es la flor, que derrite los enigmas, ella es la razón de un doctor loco que ha descubierto su mejor mezcla química, en ella soy el punto exacto del logaritmo de pirata cibernetico por robarse los mayores tesoros de los gobiernos. Mi cama es la mejor manera de morir en paz le he dicho muchas veces, ella ríe como quien deja la respuesta para otro día y al segundo responde que mi cama le falta unas buenas tablas porque a cada rato se caen.
Enseguida pensé en Jung y los sueños. También en ir hoy a la universidad, aquella antigua universidad de ciudad de piedra. Una universidad desgastada, de teorías y profesores desgastados, lunáticos. De funcionarios que solo sirven para autoperpetuarse en sus minúsculos puestos y ejercer presión para que sus familiares ingresen sin ningún esfuerzo a la función publica.
¿pararle bolas a Jung?, bah; pero...¿ y si en verdad me estaba dando un plazo para que nuestra relación pasara a otro nivel?, ¿le daba temor que yo estuviese jugando con sus sentimientos?
- Pero para que, si yo nunca le había fallado.
Yo no tenia ánimos para traicionarla-
- Para Jung la represión es utilizado como mecanismo de defensa trasladado por el neurótico a los sueños -.
Ella se levanta de la cama toma un cigarrillo de su morral y lo enciende. El humo del cigarro me marea y me dan tumbos en mi cabeza todo ese humo entrando y saliendo de mis pulmones. Ella gira su cuerpo hacia mi y noto que sus senos danzan como lunas monstruosas igual que en una pintura de Morales.
Observo que en medio de la oscuridad, su boca es como un arco iris cuyos colores todos son negros, puntos negros y huequitos negros. En mi mente, pienso en salir de la habitación. Pero como un arquetipo o como un mito, algo me ata dándome unos martillazos con unos clavos hechos de piel sobre mi cuerpo, petrificandome a las tablas de la cama; mi cuerpo no me responde.
- No obstante, doy dos pasos fuera del dormitorio, me pongo mi interior y salto fuera de la habitación - .
A los dos minutos... por el pasillo, pienso, en lo que leí anoche, que para Jung la represión no solo estaba en un trauma sexual...
- De esta manera se distanciaba de Freud al pensar que su mentor no había superado su neurosis y primaba su autoridad personal que la verdad. Durante un periodo de lucidez y psicosis personal, Jung, efectivamente construyó diversas representaciones arquetipicas, entre ellas, el héroe - .
-Entro de nuevo a la habitación-.
Prendo la lámpara incandescente, y sus ojos brillan como una gata herida.
Pues, a ella, ni modo, le gusta culiar con el foco apagado. Al verme, enseguida me sonríe, como un cielo oscurecido por la lluvia. Le he traído un sanduche con bastante mostaza.
Ella lo toma y le da un mordisco de fiera.
- Otra vez ríe - .
Noto que sus dientes se le han pintado de esa cosa rosada.
He podido negociar que si le hago alimentos con bastante mostaza ella deja el cigarrillo poco a poco.
Al parecer lo estoy consiguiendo, pero la mostaza es difícil de hallar a las cuatro de la madrugada, tanto así como los delfines que salen a la orilla en el mar de Làptev.
En cambio, los cigarrillos, son como los políticos corruptos, se consiguen en todos lados, a cualquier hora y son baratos.
Mientras Freud exponía sus argumentos, yo sentí una extraordinaria sensación. Me pareció como si mi diafragma fuera de hierro y se pusiera incandescente —una cavidad diafragmática incandescente. Y en este instante sonó un crujido tal en la biblioteca, que se hallaba inmediatamente junto a nosotros, que los dos nos asustamos. Creímos que el armario caía sobre nosotros. Tan fuerte fue el crujido. Le dije a Freud: «Esto ha sido un fenómeno de exteriorización de los denominados catalíticos». «¡Bah —dijo él—, esto sí que es un absurdo!». «Pues no», le respondí, «se equivoca usted, señor profesor. Y para probar que llevo razón le predigo ahora que volverá inmediatamente a oírse otro crujido». Y, efectivamente: ¡apenas había pronunciado estas palabras se oyó el mismo crujido en la biblioteca! Freud me miró horrorizado.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.
Para cuando espero su respuesta.
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