LOS INTOCABLES
Busco en la cocina sobras de comida, al segundo y al no encontrar nada, alzo la mirada hacia la segunda
planta de mis vecinas. Noto de inmediato que allí apareció de la nada un hueco. Me tomo la barba y al mirar con mas profundidad observo que queda
además del hueco, el baño, donde mis vecinas se humedecen, se
desgastan su piel, se cosen lo que ya sabemos. Enseguida me doy cuenta que lo hacen a propósito ¿pero con que intención? ¿ serán ninfomanas?
No dejo de pensar en ello (en mi mente sucede otra cosa, imagino: como será el fin del mundo o el análisis de un día en la vida de un escritor que sueña con escribir una obra maestra). Tengo los nervios ni vidrio molido y no logro descifrar porqué, pero hago el que estoy lavando platos y por supuesto solo estoy esperando alguna oportunidad mía, por el rabito del ojo, para ver algo en ese hueco, sin que las vecinas se den cuenta, que busco ¿banalidades? ¿- Habrá algo más banal que observar una vagina rasurada a hurtadillas -?
No dejo de pensar en ello (en mi mente sucede otra cosa, imagino: como será el fin del mundo o el análisis de un día en la vida de un escritor que sueña con escribir una obra maestra). Tengo los nervios ni vidrio molido y no logro descifrar porqué, pero hago el que estoy lavando platos y por supuesto solo estoy esperando alguna oportunidad mía, por el rabito del ojo, para ver algo en ese hueco, sin que las vecinas se den cuenta, que busco ¿banalidades? ¿- Habrá algo más banal que observar una vagina rasurada a hurtadillas -?
¿Cómo será esa raja, otro hueco más profundo, una raja en mitad de la nada, un agujero negro muy hondo? Me pregunto. En ocasiones me interrogo, además del deseo, ¿Qué hace que los hombres deseen el cuerpo desnudo de las mujeres más que a ellos mismos?
Hoy es domingo, un día aburrido y no tengo nada que hacer, pero aquí tirado en este catre, comiendo unas empanadas recién preparadas en la cocina, recuerdo que mis tíos Rafa y Robert se la pasaban espiando, allí, todo el tiempo. Viendo por esos huecos a cuanta mujer desnuda se bañaba en ese patio vecino. Se tomaban la tarde para realizar el trabajo manual con unos utensilios puntiagudos como sus deseos de ver mujeres desnudas y unos picahielos con puntas finísimas prestados o robados por horas a Pello, un vecino que se rebuscaba con su carrito de raspado los domingos. Los huecos, al igual que sus pensamientos, se fueron formando en las paredes con la intervención de la naturaleza, además de la ayuda de la lluvia y el sol inclemente que agrietaban las paredillas.
Cuando aun en esa casa que ahora observo desde la cocina, vivian los familiares del Alex y era de una sola <<planta>>, las mujeres de esa casa con sus risas de barbis, desprevenidamente se bañaban en el patio a diario. En ocasiones no importaba la hora. Las mujeres que habitaban esos cuerpos moldeados, jóvenes, algunos cuadrados y femeninos; tanto rambadas como llenas de pelos dejaban muy poco a la imaginación de mis tíos. ¿Tendrían mis tíos alguna imaginación?
Recuerdo de niño, las paredes del patio siempre estaban llenas de huecos por lo que era fácil que se viera a las personas de los otros patios realizando sus acciones cotidianas. Creo que había un relajamiento de parte de todos los vecinos en igual proporción. Hasta que Xiomara, la vecina joven, que estudiaba derecho una mañana del mes pasado, no recuerdo el día, se pilló toda la jugada al quedar quedó tope a tope con otra mirada que la observaba desde un hueco con la misma ambición de un juez por aplicarle la pena capital a un afligido inocente. La muchacha se espantó y armó un escándalo de marca mayor, solo que, reconoció esa otra mirada y se quedó en un mutismo acordado, sobre todo porque ambos ligaron en el parque meses atrás, mientras, ella patinaba con esos mochos que dejaban al descubierto unos muslos de diosa nocturna y el tocaba o medio tocaba una guitarra dedicándole canciones de los Inéditos y del grupo Nostalgia y sus calzones rosados.
Recuerdo también que en la tierra, estaban, otros huecos profundos que hacían las ratas. Me daba cuenta cuando iba al patio a orinar y en ocasiones las ratas se molestaban con esta acción y realizaban sonidos estridentes y pareciera que iban a saltarle a uno sobre su aparato viril. Era factible encontrarse de frente con una rata desprevenida caminando sin apuros por todo el patio o un hueco en la pared; cualquiera de las dos formas era realmente una locura, y más, cuando en aquellas fiestas de la familia, los hombres ya en estado de embriaguez se turnaban para ver por esos huecos. Puede haber escena más grotesca que observar a un hombre morirse por ver a una mujer desnuda. Y mira tú que por otro lado, cuando las mujeres al son de la música, el ron blanco , el maní colocado sobre la mesa y bailando, veían las ratas, saltando y corriendo por allí y por allá, saliendo y entrando de esos huecos, hay mi madre, el griterío era enorme.
- Huy que asco decía mi tía Maritza, - una rata -, tapándose la nariz, no es que le tenga miedo, no, no, no, no, sino un asco, huy –.
Asco “debías” tener cuando le pusiste los cuernos a mi tío político, Iván, con el conserje del Hotel donde trabajabas de recepcionista, me dije entre sí, mientras trozos de un churrasco caliente atravesaban mi esófago. El matrimonio comenzaba a temblar económicamente debido a la carga de la abuela y la crisis bursátil de algún país del medio este asiático. Una forma de ayudarse era que la tía trabajara. Así de esta manera, comenzó a buscárselas cuando las cosas se pusieron feas. No obstante, a los dos días el Iván, comenzó a salir con una joven universitaria.
Para aquella época yo era un niño, y casi siempre los niños, somos ignorados, pulverizados, enlatados. Nadie nos tiene en cuenta. Evoco aquellos mediodías cuando la tía iba a almorzar a la casa de la abuela, luego ella sacaba de su bolso unas cuantas monedas y me los daba para comprarle una Coca cola. El señor de la tienda que era pastuso repetía todo lo que yo le decía: una Coca-Cola: - que una coca cola? Jejejejeje, era chistoso observar el acto de habla de ese señor. Entonces yo le decía que medio la destapara ¿la destapo? Por el camino hacia la casa me tomaba un trago de Coca-Cola y la tapaba de nuevo con la tapa sin machucar y plana, para que nadie se diera cuenta que yo había sopeteado la gaseosa. Era mi manera de protestar. Sí, pero en silencio.
La verdad, no sé qué delicioso sentido le encontraban aquellos hombres cuando se asomaban a los huecos de la pared y quedaban como hechizados cuando alcanzaban a ver esas mujeres encueras. Ellas con una totumita se echaban todo el agua del mundo. Observar senos, nalgas y piel de mujer sin tener en cuenta su intimidad era un juego que les gustaba a los tíos, era como un juego de póker. Digo que debió ser peligroso, muy peligroso, porque el calor era infernal, había sofocación entre los hombres. Ellos, sacaban su mejor as, mirar.
Además del calor y la arrechera de mis tíos, el suceso más grande de ese mes de mayo en la ciudad había sido en la plaza de toros Cartagena de Indias en el mítico barrio Olaya Herrera con el evento musical “el Bucanero de oro”. Ese día, llena la plaza a reventar, se reunieron varias orquestas locales y al son del ritmo Caribe, aquellas orquestas de lo mejor estuvieron allí en una maratón fantástica. Tocaron, la orquesta del Sonido bestial del Inem, Maguarè Caribe de Amaury Bonfante, las orquestas del Rey Arturo y Kuzimba Bongò de Hernán Hernández. En los buses , por igual, sonaban orquestas como los hijos del sol, Emilia Herrera y la Irene Martínez. Los Inéditos de Colombia con su tema, a pleno sol. Le siguieron éxitos como “a pilar arroz” de Son San, “sapo” de Son Palenque; el permiso de Anne Swing, sobre las olas de Joseito Martínez, el Nene y sus traviesos también marcaron una época y la verdad mis tíos se zapatearon todas esas orquestas con tanto furor que en ocasiones exageraban que aquello fue la mejor década musical de la ciudad en toda su historia. Fue un único concierto con la calidad de aquella música insuperable que dejó una huella imborrable en la memoria de la gente aquel año de 1987.
En esta ciudad el calor ha sido siempre infernal, histórico. Pero cuando se espía y se observa la intimidad de una persona como lo realizaban mis tíos, es como comparar esto con la práctica común entre las policías secretas ante sus oponentes o contradictores políticos. Es vulnerar un encerramiento íntimo. Abrir a portazos la burbuja humana. Es como esa llave interior que dejas que se pierda para evitar altercados con todos y con el Estado mismo. Como hay veces que tus padres te la hacen perder a manera de la virginidad no dejándote estudiar lo que tú quieres o no dejándote enrollar con la chica de tus sueños. En fin perder ese sentido nos hace ser animales de un mismo numen Es parecido cuando sales a la calle y deseas que ninguna fea te observe. Te pones el peor de los atuendos como un pantalón de lino y una camisa al estilo de los hipis de los sesentas (nuestros padres siempre se jactan de que ellos estuvieron allí fumando hierba y todo, sin embargo, no dejan que uno la fume ni nada) descubres mientras los rayos del sol te pegan en tus imponentes gafas que alguien que no está del todo mal, le gustas así y te está mirando; solo atinas a voltear tu cara para el otro lado. De momento deseas ser el perfecto maniquí que no ríe ni habla y que siempre está capado. Mudo como el cine de Chaplin.
Las vecinas, me pregunto: ignoraban que estaban siendo observadas, estaban de acuerdo o ellas también eran parte de un sistema voyerista tardío en nuestra sociedad. Ignoraban que el método de mis tíos para verlas desnudas sin ser descubiertos era falible, tonto y a la vez estúpido. Mi tío Rafa lo relata así: Colocabas a la hora del baño de estas mujeres unas tablas de madera con soporte de la parte de nuestro patio que dejaban cierta sensación de respeto a la <<intimidad>> ajena, porque los huecos quedaban tapados. En efecto, cuando ellas por el otro lado se creían la patraña porque nada se veía, y sin ninguna resistencia y con toda la confianza del mundo se dejaban caer todas las ropas y quedaban encueresitas como dios las trajo al mundo. Enseguida, ellas, comenzaban con la sobadera . Se tocaban entre ellas, se reían de sus maldades y una le tocaba la nalga a la otra, hago alusión a la sicópata de Estebana, que usaba un gancho al estilo de abrir ropa para metérselo a Rosa por la raya del culo, Rosa era la más pelaita. Luego ambas se trenzaban en una pelea mímica como cuando están dos mujeres peleando en una tina llena de barro y se les ven las tetas y las nalgas por el forcejeo. Eran momentos de erotismo fuerte que la verdad nos excitaba y nos dejaban con la idea de más y más. Serán lesbianas las malvadas, asentía con convicción Rafa, a lo que Robert añadía: <<quien sabe>>.
Hubo días en que nos enhuesabamos puesto que en vez de rajas observadas desde los huecos a cambio aguzábamos los sentidos viendo unos vergones así de grandes. <<Venudos>>. Esta situación era previsible porque muchas veces los maridos y hermanos de las pelaitas también se bañaban en el patio. La sensación de desvarío y toque a la hombría de los tíos, debió ser enorme, era como llegarle a los nazis con sus propios métodos crueles y despiadados. No obstante, ellos eran como conejillos de indias de sus propios deseos, así que no importaban si iban a la lotería, ellos apenas sentían que alguien se estaba bañando en el otro lado, enseguida se turnaban para ver quien ganaba hoy el premio mayor.
En opinión de Rafa, y eso sin dejar de levantar polémicas entre los hombres de mi familia, la hermana de Alex, Silvia, era la más buena. De esta manera era la más deseada para observarla. Relata Robert: Lo que pasaba era que Silvia no tenia horario fijo de baño, si, así que podía bañarse en el baño que estaba dentro de la casa o si hacía mucho calor lo hacía en el patio y esto podía ser cualquier día y a cualquier hora. Por lo que prestar guardia para cuando ella se bañara era una locura. Yo y hablo por mí, lo hacía porque en verdad me llamaba mucho la atención su cuerpo y sus ojos rayados. Sin embargo, mis tíos lo hacían todos los santos días y hubo veces que sus caras de decepción en la hora de la comida lo notaba la abuela, y, decía en forma jocosa y proverbial: ajà a estos faltos que les pasa. Sus caras aburridas dan pie para pensar que no le agradan la comida que tu preparas, burlándose de mi madre que en raras ocasiones cocinaba la comida de la tarde. Mi madre no se quedaba con ninguna adentro y respondía: <<que más les puede pasar, que están arrechos>>.
El hecho de que los tíos se mataban por mirar siempre a Silvia no era gratuito. Ella había participado en el último reinado de las festividades de Noviembre ocupando el segundo puesto y de no ser porque según la ganadora era mujer de un duro, Silvia hubiera ganado sobrado. Por mi lado ganaba en vulva. Carajos, sí que la tenía grande: Repetía en estado de embriaguez, Rafa. Sin embargo a pesar de sus bellas piernas y ser una mujer que podía tener a cualquiera, terminó enredada con un hombre sin aspiraciones, que estaba casado y limpio. El man creía que la vacilaba por tener una moto Suzuki. Me dicen, no me lo crea señor lector, Silvia hoy con un morral sucio y raido a cuestas vende perfumes y champús ebel puerta a puerta. Está fea. Flaaca.
<<Ni la sombra de lo que era Silvia>>.
Una noche Silvia se emborrachó desenfrenadamente. La razón era que unas horas antes, y en un medio día de pasión y sexo al interior de un Motel del centro, el hombre casado le hirió el corazón, ¡que!, se lo partió así en costales pequeñiiitos. Después de practicar todas las posiciones posibles, sobre todo la Kazajistána durante el sexo, sostuvieron esa charla fatídica donde un amante-muerte le dice al otro, amante-esperanza que <<las cosas hasta aquí llegan>>, y lo mejor es: <<no seguir mas, no nos hagamos mas daño>>. Y tan y tan y tun y tun y las respuestas del amante a tan inesperada charla, dejaron a Silvia, como las novias de barranca.
El tipo unos días después se largó inesperadamente del barrio, no sin antes yo ver próvidamente el horroroso espectáculo de esa gentuza mudándose pieza por pieza y mostrar sus inmundicias enganchadas en unos de esos carritos de dos ruedas que utilizan los cachacos para vender sus majaderías y bajando por mí calle. Ese día estuve exaltado por ese desfile como lo hubiera hecho un niño al observar un desfile militar mientras la esvástica en levógiro era levantada hacia el cielo. Luego, el hombre de Silvia, con su mujer partió para Venezuela y no pagó dos meses de alquiler que debía a la casera. Mi madre, adivinen, era la casera.
En mitad del camino del bar hasta su casa, Silvia, con ojos de pescado enhielado se encontró con un árbol y entabló con él, una copiosa y larga conversación; y según los cuentos, el árbol se la culiò. Fue encontrada por el Alex en las horas de la mañana desnuda y con el aliento a muerto abrazando el árbol, antes unos de la cívica temprano avisaron en su casa.
Con el pasar de los días he ido armando en mi memoria como eran sus pómulos salientes, sus ojos hirvientes salidos a flor de piel de alguna tragedia de algún poeta inglés del siglo XVI, en fin, era perfecta y en verdad era una mujer que cuadraba bien la caja. Ella era como aquel ion positivo que se necesita para hacer estallar la bomba atómica. De hecho, la más apetecida por los tíos para ver su cuerpo desnudo. Las peleas eran constantes, hasta cuchillos hubo una vez y uno salió cortado en la garganta, pero nada grave, caricias. las discusiones siguieron, y eran tan controversiales que mi madre intervenía con el hecho de que se lo voy a decir a mis vecinas que ustedes se la pasan mirando por los huecos y que tapen esos huecos con cemento o con piel de verga para ver si ustedes se alejan de esas morbosidades, morbosos, <<¡vayan a trabajar!>>. No me mandes a trabajar, decía Rafa y se envalentonaba pero los escobazos de mi madre lo ahuyentaban hacía la calle.
Mis tíos eran hombres criados a la antigua, correazos, biblia, misa de domingo, maíz debajo de sus rodillas, Himno de la republica de Colombia. Su moral era como la de Al Pacino en su memorable actuación en la pelicula Cara Cortada. Para ellos, las mujeres era parte de la decoración de la casa, y observarlas desnudas y no ser el cuerpo de sus mujeres era una sensación de estar violando leyes de otros hombres. En particular, era como invadir un territorio vedado y plantar allí una bandera que no va a estar izada sino por medio de una multifuncional hipocresía humana. La hipocresía del hombre es muy balsita y deformable como la plastilina. Si era necesario coger una metralleta y matar a todos los hombres rivales que pertenecían a la casa de mis vecinas solo para ver con más deliciosas ganas a esas mujeres ya en estado de dolor y orfandad era una idea que venía de la violación de la intimidad de aquellas mujeres, y por tanto un deseo, era claro que mis tíos no respetaban a aquellas mujeres, y además porque hacerlo, ¿acaso ellas merecían respeto?
Alex, no se por donde anda y lo último que supe fue por medio del John y que andaba trabajando por los lados de Bucaramanga. Tenía una buena pierna zurda y en el micro esta habilidad le venía bien cuando en los tiros libres, su zurda no fallaba y era gol seguro. Ganamos muchos campeonatos y besos de muchas chicas que pertenecían a equipos rivales y nunca faltaron las peleas en las finales. No sé si las leyes de la vida tiene que ver con las leyes del microfútbol, porque Alex era zurdo, es decir, le gustaba tocar el balón con las manos, es decir, no era arquero sino que era Zurdo, y decía cuando se embriagaba: << yo pateo bien con los dos piernas>> y se supo que luego de los partidos se ponía a tomar cervezas con Douglas, el alto aquel de ojos como pájaro en boca de tiburón, que vendía ostras en la esquina y casi todo el mundo sabía que el man era del otro equipo.
Cuando la familia de Alex se mudaron yo la verdad no sabía que sentir, si, nostalgia por la partida de unas personas que quedan aquí en mi memoria o rabia y plantan una ausencia en tu alma. Porque en verdad hacían parte de una familia que en proyección psicoanalítica eran miembros de nuestra familia. Mis tíos en una mescolanza de morbosidad, voyerismo y patriarcalidad nos las traían a colación en las reuniones familiares. La verdad eran cuentos de enfermos mentales y ahora entiendo que uno, es decir, el hombre está construido mediante unas bases totalmente engañosas, que parecen solo saciar la gula y la bestialidad de un sistema en contra de lo verdadero. La verdadera voluntad de reconocer la libertad del otro, una otredad simple. No me enorgullezco de las proezas de mis tíos, puesto que esos huecos intocables eran como los agujeros negros del espacio, que van comiendo todo lo que encuentran a su paso y la posibilidad de que nuestro universo familiar cayera allí, era una posibilidad real. Metódica.
A los tíos, les pasò eso, creo que la
realidad al adentrarse en esos huecos intocables se los fue comiendo. Rafa
después de pasar por las duras y las maduras, consiguió trabajar en una empresa
de atunes por intermedio de un amigo Sanandresano que todos en la familia le decían el mello. Con el sueldo justo tenía que mantener a su mujer y sus dos hijos, por tal razón, se recargaba de
horas extras en la sección de descargue. Pero lo que compraba en comida no
alcanzaba con su salario para pagar otras necesidades. De la ración de mercado,
también comían unos gemelos con síndrome de Down, parientes de su mujer, los
suegros y un sobrino de la mujer que era vicioso. El muchacho Sid Vicious era
un tragasopa de lujo.
Toda esa sobre carga de tiempo laborado y preocupaciones con el pasar de los años desembocaron en serios dolores de cintura y espalda; y, luego la operación en la columna que lo dejaron sin trabajo. Los problemas siguieron y las incapacidades aumentaban y para colmo los gemelos se metían en problemas a cada momento y Rafa era el que le tocaba arreglar todos esos líos. La llegada de los mellos hace dos años de un pueblo del sur, y traídos por una encomienda encerrados en una caja de madera con huecos redondos y colocados matemáticamente en forma hexagonal a los lados y que decía en la parte de arriba donde iba la tapa en letras hechas por un espray de tinte gris: peligro no tocar. Era la estocada final a una serie de problemas económicos que fueron agravando la consistencia física y mental de Rafa. Una mañana de octubre la gerencia de la empresa como no le convenía un trabajador que se la pasaba más tiempo roncando en su casa que en el trabajo, le mandó con un mensajero, alto y flaco, un memorándum donde informaba de su traslado de labores. Rafa pensó que esa era su oportunidad de oro para pedir un aumento. Pero las incapacidades fueron dilatando con el tiempo la capacidad de producir fuerza en las caderas y columna vertebral de Rafa y según los dictamines médicos de la Eps un disco de la columna se había corrido y había que rajar, ya. Menos mal que Rafa habló a calzón quitado de su situación económica y familiar con el mismo gerente, (no quiso hablar del aumento), y fue que la empresa optó para no echarlo, y lo colocó en un trabajo más liviano.
Rafa comenzó sus labores nuevas en el arreglo y riego del jardín; que estaba en la entrada de la empresa. Pero más sabe el diablo por viejo que por diablo y el tío comenzó a coquetear con un incipiente sindicato que estaba recogiendo firmas y formalizar un listado de lisiados para entablar una gran demanda laboral. Luego vino lo peor, los chismes, videos a través de un celular y fotos donde Rafa estaba tomando la palabra y alzando la mano para intervenir en una reunión secreta con los sindicalistas, llegaron a oídos y portátiles de la gerencia de la empresa atunera. Al día siguiente, no a la media hora, tiempo estimado por la secretaria de la empresa, la linda Kathy en escribirla; ya que había un modelo exacto de siete palabras y dos renglones que se usaba con frecuencia en la redacción de cartas de despido. Todavía caliente por el tóner de la impresora, la carta de despido le fue entregada por el mensajero a Rafa, mientras, el sindicado silbaba una canción de protesta, y regaba con una manguera un lote de siemprevivas. Al abrir la carta sintió que un ascensor subía por su pecho y se descarrilaba en su corazón, era normal que el flaco portaba dos tipos de carta como en la antigua Grecia, una era para entregar el refrendado de los carné del seguro y la otra, la fatal, la carta de despido. Rafa leyó, y, resaltado en rojo decía: <<sin indemnización>>.
En el pleito con la empresa que duró pocos días, la atunera se limpiaba las manos del asunto como Pilatos. El comunicado explicativo fue leído por un empleadillo de la prestigiosa firma de abogados, Mogollón & Sierra Porto Cabrales, montado sobre la mesa principal del casino y durante un almuerzo-mitin de los trabajadores de la planta. Y publicado al mismo tiempo en su página Web. Resaltando el párrafo más importante explica que toda la responsabilidad por las lesiones cervicales recaía claramente en la bolsa de empleos, ya que mi tío había firmado un contratado con ellos y no directamente con la empresa atunera.
La amargura de mi tío fue grande. Después de todo, esas horas nocturnas y luchas de su cuerpo por darle lo mejor a su empresa quedaron sublimes en un agujero negro. Los días se le hicieron eternos. Una noche de esas en que el calor era infernal, soñó que los gemelos le daban de comer estiércol y agujas, en otra habitación de paredes pintadas con una cal viva su sobrino político se besaba con su mujer y días después se la llevaba para la guajira. Despertó agitadamente y sudado sobre su cama y el silencio de la noche estuvo presente, pero al tocar el cuerpo tibio de su mujer y comprobar que estaba aun con él, determinó que había que eliminar bocas de la tética. Pensó en voz baja: <<en la mañana me deshago de los gemelos y el marihuanero>>.
Hoy día con la fundación realiza mítines y tiene una página abierta en las redes sociales, instando a denunciar y afiliarse a esta gran iniciativa. El proyecto busca lisiados de las empresas industriales de la ciudad, y, que integraran una gran demanda laboral para que los indemnicen y los mantengan de por vida por medio de una pensión por invalidez. Mientras estos sucesos pasan, los días se le van a mi tío, Rafa, pidiendo para los pasajes, y, rogando a Dios para que esa pensión caiga porque en verdad, sobrino, estoy tirado. En las propias tablas.
Por otro lado, la historia de mi tío Robert hay que llamarla con este capítulo: <<Robert, el personaje>>. Yo creo y después de reflexionar durante tanto tiempo en esta celda, que mis tíos, como cualquier hueco se someten a la dura realidad de la inflexión, es decir, que no tiene límites cuando intentan dominar las medidas de su apocalipsis. Mi abuela luego de la muerte del abuelo, se mudó a esta casa y a Robert le convenía; ya que podía robar horas de preocupación a su madre que lo veía aun como aquel niño apátrida que recogía conchas y moluscos de manera libre en las orillas del Rio Sinù. Luego del bachillerato, se metió al Sena a estudiar y cuando se graduó con honores, una empresa de lácteos y una de cervezas se lo disputaba en una feria laboral. <<La verdad, Robert, era inteligentísimo, pero brutooo para las mujeres>> dice mi madre, mientras pedalea la Singer.
De la noche a la mañana y cuando mejor le iba en lo laboral, unas tías políticas le presentaron en una tómbola bailable del barrio aquella mujer misteriosa de cabellos lacios que lo inundó de problemas y malos hábitos. Tiempo después, de la casa de mi madre, enamorado, tuvo que salir pues no aportaba ni un peso para nada. Tristemente todas las quincenas eran malgastadas con la mujer de ojos cleptómanos en los casinos de la ciudad. Durante el proceso, y preguntado a la mujer, se supo por su prontuario judicial, que era de un corregimiento cercano y según los comentarios de la gente de aquel caserío ella había sido mujer, o una de las tantas mujeres de un magnate de la mafia. Ella después de salir de su encierro, licitó para manejar las apuestas de la gran ciudad vecina y hoy vive de eso.
Pero yo me pregunto quién no vino a este mundo a sufrir. A llorar a reírse y observar tu selección de futbol perder partidos de manera imbécil y ganar partidos de manera sorprenderte. De caerte a un hueco de una alcantarilla en un andén y no tener a donde reclamar tu raspadura. Y como en aquella canción famosa interpretada por Héctor Lavoe, “que todo tiene su final, nada dura para siempre”, Robert fue detenido por la policía judicial por concierto para delinquir al según la orden de captura facilitar la exportación de cocaína desde la propia empresa de Lácteos donde laboraba. Como era el jefe de procesos técnicos de la planta, la policía dedujo que sabía todo del tejemaneje, y, los laberintos con que una empresa logra exportar cajas de queso con rumbo a la Antillas; y en su interior la cocaína prensada en cubitos de pasta de queso Krueger con la letra inicial G.
La abuela, al enterarse de la noticia le quiso dar un patatù: - pero al final de sus profundas lagrimas brotadas de sus ojos ausentes que recorrían su rostro como un auto de carreras que van directo a las barreras de protección, sintió que era su culpa, que había mamitiado tanto a Robert que le había causado un daño enorme a su estima como hombre - . Lo cual lo hacía voluble, indefenso, gobernado, frente a los brazos de cualquier mujer. Sin embargo, a pesar de la gravedad de la situación, Robert no duró mucho tiempo preso, puesto que la organización a la que pertenecía su mujer lo abrió del lío, que él, lo que estaba era pegado, pero que en realidad <<no pertenecía a la organización, señor fiscal>>.Dijo la mujer, al final de su larga declaración en la fiscalía que duró dos días seguidos.
Después que salió de la cárcel, el tío Robert no tenía mucho oficio que hacer, puso varios negocios de llamadas a celular que fracasaron estrepitosamente. Un muchacho que era de Mahates se le fue con los celulares y la plata del producido de un mes. Aburrido, entablaba relaciones cortas con mujeres gordas y feas. Me acuerdo de Carmentea que era bizca y le gustaba mantener ese olor desagradable debajo de sus brazos. Las criticas de mi abuela y de varios amigos precipitaron que la relación dejara de funcionar a pesar de que ya Carmentea andaba olorosa y podía mantener una mirada normal por varias horas en el día.
Robert desesperado cogió una buena tarde de domingo una soga y un pequeño martillo hecho de madera y comenzó a hacer un nuevo hueco en la paredilla que daba a mis vecinas. La soga la dejó tirada en el patio y no supo nunca para qué era su uso. Un mes después, y algunas horas de estar mirando con cierta regularidad en el horario de la noche a una niña adolescente que se bañaba copiosamente luego de sus ejercicios de gimnasia, mi madre lo sorprendió y lo tocó varias veces por el hombro. Antes Robert, no quería voltear su cara hacia el rostro trémulo de mi madre y solo pudo salir de su rostro un gesto indecible y un gesto que pronto se convirtió en una mueca profunda de fastidio y le dijo mi madre: que estaba harta, demasiado harta, que se dejara de esas pendejadas, que ya estaba bueno de tanta maricadas con esa pared, que lo mejor era que se largara que buscara rumbo ya que en esta casa no había lugar para una boca más. Le siguió dando la espalda y respondió: <<No se qué tanta mierda mandas con esta casa>> murmuró Robert entre dientes, ya que no se le atrevía a enfrentar a ese toro miura que era mi madre.
El tío Roberto se fue de la casa dos días después, pero, no sin antes la abuela formar su alboroto y decirle a mi madre que era una mala hija y una mala hermana que así serás cuando tus hijos tengan los mismos problemas y se encerró en su cuarto. No digo que les tiró la puerta del cuarto a todos en nuestras narices puesto que su cuarto, su puerta eran unas cortinas blancas transparentes. Así que la abuela nos tiró en nuestras narices las cortinas blancas transparentes de su cuarto y se encerró allí durante…varios minutos, luego sale apurada hacia el baño pues las discusiones la hacían ir de una a cagar.
Robert se acomodó en una pieza del barrio. Luego de varios meses sin trabajo logra que un político amigo, lo escuche de verdad, y le consigue un puesto en una empresa de cervezas, pero esta vez con un bajo salario y unos turnos de infierno. Siguió frecuentando los casinos de manera ocasional y nunca volvió a ver a esa mujer que lo había metido en líos y que recordaba con dulzura. Sobre todo, rememoraba cuando ella, le introducía la lengua en la profundidad de su boca de una manera en que un agujero negro se traga un universo y no lo devuelve jamás.
Ya para esa época, la tía Maritza se había llevado para su casa de los Jardines a la abuela y Robert frecuentaba la casa del matrimonio de Maritza. Iván, sentado en una mecedora y luego de observar los aburridos partidos de futbol profesional televisados, mantenía con la boca cerrada con las llegadas permanentes de Robert a su casa. Era un perro Rootwailer en silencio, observaba con ojos meticulosos hacia la cocina, como la abuela le dejaba las mejores presas de pollo o de carne a Robert cuando este llegaba de los turnos de la cervecería a comer. En su interior pensaba que él compraba la comida y porqué la vieja no le servía así.
La tía Maritza como en el juego de ajedrez de la vida, la reina dejó de trabajar y en muchas ocasiones se hizo la desentendida solo para mantener la paz en el hogar. Pero era claro que murmuraba y hacia muecas en silencio, por todos los pormenores que Iván le contaba. Una noche de septiembre, después de hacer el amor y mientras se veía en el espejo una verruga en los senos descubiertos, ella pensaba sobre el asunto, y sobre las gabelas que Robert tenía en la casa por intermediación amorosa de la abuela. No obstante, todos los gastos de la casa corren por parte de Iván, que trabaja en la terminal marítima y eso porqué no lo deduce mi madre. <<Hasta los pañales Tena que utilizas para cagar se meten en la tirilla de pagos>>. Entonces. Explícate.
Después de la muerte del abuelo acaecida un 17 de septiembre de 1987, el matrimonio de Maritza y de Iván fue el suceso familiar más esperado por todos. En las fotos, Iván con sus padres y sus hermanos estaban felices y Maritza con su madre y sus hermanos no daban crédito a tan fastuosa fiesta en un barrio popular. La tía era virgen no sé si comprobada, pero nueve meses después de ese día nacería Iván Junior, y luego en su orden, Andrés, María y José Luis. Como todas las cosas en el universo tienden a jugar con el caos y las aguas tienden siempre a quedar en el mismo lugar después de un agite, el matrimonio vivió por unos meses, y como antes lo habían hecho todos en la casa de mi madre.
Iván a pesar de estar comiéndose el culito hermoso de mi tía, y como todos los hombres alimentados por la gula del más y más, se fue metiéndose en el mismo cuentico de los tíos con la abertura de unos huecos en la pared del patio. De noche, se escabullía silenciosamente debajo de las sabanas de su cama que compartía con la tía y se dirigía al patio. A esa hora, Silvia, como lo hacia todos los días y desde hacía más de tres meses por el calor, escogía a las once de la noche para bañarse encueresita en el patio de su casa.
Silvia Al desnudarse era como ver la cara de Sofia Lorens, el cuerpo de Nefertiti y las uñas de Olivia de Havilland. Era bella y su personalidad alegre se ensombrecía cuando era pretendida por hombres casados. Era como su obsesión. porque hablando del asunto no entiendo el sentido de su delirio, puesto que su vida familiar siempre estuvo ligado a lo tradicional. Con su papa Franklin y su Madre Lola Riveros.
Con sus baños nocturnos desplegaba su cuerpo y su ángel como una mariposa oriental. Cualquiera ya sea hombre o mujer quedaba eclipsado al estar presente en una escena de una mujer en danza erótica. Utilizaba los dedos para enjabonarse todos los pelos de su alma. Mojada y con voz penetrante entonaba aquel divertido tema de Lucho Bermudez " con el rumor de las palmeras / se siente lejos de música lejana/ cantando así vienen bailando la cumbia colombiana" Danza negra . Sin ella saber que desde un hueco no menos de 50 cm un ojo la estaba observando con aquella malicia que encarna el voraz apetito de un pintor renacentista por pintar su cuerpo, un hombre recién casado. Ivan dentro de si pensaba: ella debe ser una mujer que vuelve loco a cualquiera. Porque deseo tocar su hondos huequitos. Que incita a tocarlo, y comerla viva de forma salvaje y cruda, como lo practica el Águila cuando caza un ratón silvestre.
Cada noche, Iván miraba y miraba a Silvia. Luego de un rato se tocaba los genitales. Hasta que cierta noche fue pillado por Maritza. Ella lo agarró por el cuello lo volteo de una buena vez hacia ella y los ojos endiablados de la tía Maritza se le querían salir de su lugar, rodar por el trasero de Iván y largarse para siempre en dirección al continente de los canguros. Mi tía le dijo hasta del mal que iba a morir y le vociferó, <<que si esta chucha no era suficiente; (ella se dejó caer al suelo un beibidol rojo) que si este culito hermoso y rosadito, míralo bien, rosadito, y, provocativo no te gusta, pues déjame, yo se lo doy a otro, que macho es lo que sobra en la calle >>. Iván, quedó en el mutismo más grande.
No musitó palabra durante toda la noche en el dormitorio. La novela de vaqueros que estaba sobre el neceser y con un lápiz aguantando la pág. 87 donde había quedado la noche anterior, fue ignorada por Iván, aunque era un estupendo lector nocturno, esta vez por el regaño de su mujer decidió no hojearla por esa noche. Fue la única noche, durante los nueve meses que duró Iván Junior en salir de la barriga abierta por cesarea, que no hicieron el amor. Al día siguiente se mudaron de la casa.
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