Ernesto McCausland (Barranquilla, 1961-2012) era un cazador de historias. Uno de los mejores cronistas del Caribe colombiano y del país. Vivía para contar historias. (Lea más sobre Ernesto McCausland)
Exploró todas las formas narrativas del periodismo: hizo innovaciones en la crónica radial, escrita y televisiva. Y siguió contando en el cuento, en la novela y en el cine.
Como cronista escrito y televisivo, como narrador de ficción y cineasta, su mirada se fijó en descubrir el lado inaudito de la realidad del Caribe colombiano.
En marzo de este año nos sorprendió en el estreno mundial de una película documental “El eterno nómada”, sobre la verídica e increíble historia del poeta y cineasta francés Claude Herviant, quien falleció en un accidente en La Guajira, en febrero de 1989, cuando filmaba su película, “Kantus: el viaje final”. Creo que este documental tiene altos méritos no solo por la belleza dramática de la historia, sino por el espléndido guión literario de McCausland, el enfoque humano de la narración y el hálito poético del filme. Creo que es lo más grande que hizo McCausland como director de cine, como guionista y como hombre de cine.
Lo inesperado y fantástico del filme ocurrió después de la muerte del protagonista: la voluntad de Claude era ser sepultado en el lugar donde lo sorprendiera la muerte y sus familiares cumplieron su voluntad al sepultarlo en el pequeño cementerio indígena de Cucurumana. Los indígenas wayúus de esa ranchería, veinte años después, le han pedido a los familiares de Claude agilizar la exhumación de sus restos para el Segundo Funeral, “que consiste en exhumar los restos hueso a hueso y llevarlos a un osario, un ritual que demora ocho días en medio de un gran festín de comidas y bebidas autóctonas”.
Los indígenas estaban alarmados y sostenían que mientras más se demorara el entierro de Claude, la comunidad iba a seguir viendo morir a sus animales como consecuencia del prolongado entierro. Claude se aparecía por las noches en la tribu, decía la comunidad indígena. Para los deudos no era fácil enfrentarse desde París a semejante realidad cultural en una región del Caribe colombiano.
Además de cronista y cineasta, Ernesto McCausland era autor de dos novelas: Febrero Escarlata (Planeta, 2004) y El alma del acordeón (2006). Muchas de sus crónicas figuran en el libro Las crónicas de McCausland (Espasa, 1996). Algunas de sus excelentes crónicas han sido incluidas en Antología de grandes reportajes colombianos (Alfaguara) y Antología de grandes crónicas, de Daniel Samper Pizano. Era director del diario El Heraldo.
Realizó tres largometrajes de cine, El último Carnaval (1998), Siniestro (2000), premio Mincultura a la mejor película colombiana de 2000, y Champeta Paradise (2002), 14 cortometrajes y múltiples documentales.
Así sentía Ernesto, el poder narrativo de una imagen: “Uno quisiera que una foto fuera autonarrativa, no requiriera de explicación alguna, sino que relatara por sí misma la historia completa. A veces uno quiere creer que lo logró: un indígena arhuaco, dormido bajo el cartel que anuncia los 500 años del descubrimiento de América, podría considerarse autonarrativo. Pero a veces no puede uno resistirse a la tentación de convocar a la palabra intrusiva. Porque siempre habrá algo más que contar, así se corra el riesgo de que ese “algo más” asalte la integridad narrativa de lo que vale más que mil palabras”.
Este año su obra periodística iniciada en 1982 le mereció el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, a Toda una Vida consagrada al periodismo.
Increíble que en su larga batalla contra la muerte desde hace veinte años, Ernesto trabajara en su último filme sobre la muerte misma. Muchas de las crónicas que leímos últimamente en el suplemento de El Heraldo, en donde era director, fueron alusiones burlescas sobre la muerte. La extraordinaria historia del tipo que daba de comer a los gallinazos, y el día de su muerte los gallinazos tocaron a su ventana, como reclamando una nueva carroña.
¡Qué insólita historia!
¡Las crónicas de Ernesto McCausland nos depararán siempre una sorpresa!
SOBRE SU ÚLTIMA PELÍCULA
La película “El eterno nómada” (2012) fue rodada en Francia, Bélgica, España y La Guajira. El proyecto ganó en 2009 la convocatoria del Fondo para el Desarrollo de Cinematografía -FDC- de Colombia y desde entonces comenzó su realización. La narración está a cargo del reconocido hombre de radio Carlos Montoya, considerado la mejor voz joven de Colombia.
Se estrenó en el Festival de Cine de Cartagena en marzo de 2012.
Exploró todas las formas narrativas del periodismo: hizo innovaciones en la crónica radial, escrita y televisiva. Y siguió contando en el cuento, en la novela y en el cine.
Como cronista escrito y televisivo, como narrador de ficción y cineasta, su mirada se fijó en descubrir el lado inaudito de la realidad del Caribe colombiano.
En marzo de este año nos sorprendió en el estreno mundial de una película documental “El eterno nómada”, sobre la verídica e increíble historia del poeta y cineasta francés Claude Herviant, quien falleció en un accidente en La Guajira, en febrero de 1989, cuando filmaba su película, “Kantus: el viaje final”. Creo que este documental tiene altos méritos no solo por la belleza dramática de la historia, sino por el espléndido guión literario de McCausland, el enfoque humano de la narración y el hálito poético del filme. Creo que es lo más grande que hizo McCausland como director de cine, como guionista y como hombre de cine.
Lo inesperado y fantástico del filme ocurrió después de la muerte del protagonista: la voluntad de Claude era ser sepultado en el lugar donde lo sorprendiera la muerte y sus familiares cumplieron su voluntad al sepultarlo en el pequeño cementerio indígena de Cucurumana. Los indígenas wayúus de esa ranchería, veinte años después, le han pedido a los familiares de Claude agilizar la exhumación de sus restos para el Segundo Funeral, “que consiste en exhumar los restos hueso a hueso y llevarlos a un osario, un ritual que demora ocho días en medio de un gran festín de comidas y bebidas autóctonas”.
Los indígenas estaban alarmados y sostenían que mientras más se demorara el entierro de Claude, la comunidad iba a seguir viendo morir a sus animales como consecuencia del prolongado entierro. Claude se aparecía por las noches en la tribu, decía la comunidad indígena. Para los deudos no era fácil enfrentarse desde París a semejante realidad cultural en una región del Caribe colombiano.
Además de cronista y cineasta, Ernesto McCausland era autor de dos novelas: Febrero Escarlata (Planeta, 2004) y El alma del acordeón (2006). Muchas de sus crónicas figuran en el libro Las crónicas de McCausland (Espasa, 1996). Algunas de sus excelentes crónicas han sido incluidas en Antología de grandes reportajes colombianos (Alfaguara) y Antología de grandes crónicas, de Daniel Samper Pizano. Era director del diario El Heraldo.
Realizó tres largometrajes de cine, El último Carnaval (1998), Siniestro (2000), premio Mincultura a la mejor película colombiana de 2000, y Champeta Paradise (2002), 14 cortometrajes y múltiples documentales.
Así sentía Ernesto, el poder narrativo de una imagen: “Uno quisiera que una foto fuera autonarrativa, no requiriera de explicación alguna, sino que relatara por sí misma la historia completa. A veces uno quiere creer que lo logró: un indígena arhuaco, dormido bajo el cartel que anuncia los 500 años del descubrimiento de América, podría considerarse autonarrativo. Pero a veces no puede uno resistirse a la tentación de convocar a la palabra intrusiva. Porque siempre habrá algo más que contar, así se corra el riesgo de que ese “algo más” asalte la integridad narrativa de lo que vale más que mil palabras”.
Este año su obra periodística iniciada en 1982 le mereció el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, a Toda una Vida consagrada al periodismo.
Increíble que en su larga batalla contra la muerte desde hace veinte años, Ernesto trabajara en su último filme sobre la muerte misma. Muchas de las crónicas que leímos últimamente en el suplemento de El Heraldo, en donde era director, fueron alusiones burlescas sobre la muerte. La extraordinaria historia del tipo que daba de comer a los gallinazos, y el día de su muerte los gallinazos tocaron a su ventana, como reclamando una nueva carroña.
¡Qué insólita historia!
¡Las crónicas de Ernesto McCausland nos depararán siempre una sorpresa!
SOBRE SU ÚLTIMA PELÍCULA
La película “El eterno nómada” (2012) fue rodada en Francia, Bélgica, España y La Guajira. El proyecto ganó en 2009 la convocatoria del Fondo para el Desarrollo de Cinematografía -FDC- de Colombia y desde entonces comenzó su realización. La narración está a cargo del reconocido hombre de radio Carlos Montoya, considerado la mejor voz joven de Colombia.
Se estrenó en el Festival de Cine de Cartagena en marzo de 2012.

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